lunes, 19 de diciembre de 2011

Campanas al vuelo...

Bueno, parece ser que mi instinto me ha estado guiando bien y que no estoy haciéndolo tan mal con Plastilina. Desde que leo artículos, blogs, foros y demás sobre el tema de la crianza mi cabeza ha dado más y más vueltas a temas que antes...pues simplemente no eran temas. Y claro, esas vueltas han tenido el mismo efecto que en una madeja de lana: al final se ha formado un lío.
Porque claro, cuanto más se lee más opciones hay para elegir y cada cual con sus pros y sus contras. Ultimamente me quitaba el sueño precisamente eso: el sueño. O más bien el dormir. O mejor dicho como aprender a dormirse. Total, que empecé a agobiarme con Plastilina y su hora de irse a la cama y si estaría haciendo lo correcto o no.
Al final decidí dejarme llevar por mi instinto y seguir con las cosas como hasta ahora. Es decir, dormir a Plastilina en mis brazos, de una forma tranquila, con chupete o con pecho, caricias, canciones y susurros. Lo único que evitaba era darle mucho movimiento porque no quería que se acostumbrara a tenerme a mí dándoles vueltas por el piso. Más que nada porque cada día está más grande y cuesta llevarla en brazos.
El caso es que la mayoría de las veces se duerme pronto y todo el proceso no dura más de 10 minutos. Y, casi siempre, es algo que disfruto haciendo.
Pero...me dio otra vez por leer foros y...sólo encontraba casos de bebés que, o bien montaban un buen espectáculo para dormirse o bien lo que se dormían solitos en sus cunas. Pero Plastilina no era así: no tarda en dormirse pero no lo consigue sóla. Y esto me llevó a pensar...y por seguir así la cosa empieza a empeorar? Es decir, y si cada día va a necesitar más tiempo? y si mañana quiere también que la pasee, a la pata coja, con música jazz de fondo y sin pijama?
Y si..."para, para, para"-dijo mi instinto- de verdad crees que eso va a pasar?
-"Pues no"-le contesté.
-"Pues hala, a leer otra cosa que tampoco estamos para malgastar los pocos minutos de internet".
En esas estaba cuando ha llegado lo que hoy ha llegado. A media tarde he visto que Plastilina estaba cansada, la agarré en brazos y sus ojillos empezaron a cerrarse. Pero no quiso dormirse. Protestó tanto que decidí dejarlo. Así que ella se quedó en mis brazo y mientras yo , con la mano libre, me puse a chatear con una amiga con el móvil. A los pocos segundos oigo el ronroneo típico que hace Plastilina cuando va a dormirse. Miré y para mi sorpresa se estaba durmiendo!. Y se durmío! Así, sin ayuda. Esa sólita! Vale, que estaba en mi regazo pero eso ya es algo.
Pero la cosa no acaba ahí. Esta noche ha hecho lo mismo! La tenía agarrada, ha empezado a ronronear, a cerrar los ojos, ha protestado un poco pero no he hecho nada. Sólo le he dado un par de besos en la mano, le he acariciado un poco el cabello y punto. A los cinco minutos estaba dormida.
Estoy que no me lo creo! Y lo mejor es que esto me pasa hoy que estoy enferma y que su padre se ha ido de viaje!

jueves, 15 de diciembre de 2011

Nuestra primera pelea

Creo que tengo bastante paciencia. Bueno, depende de con quién, con qué y cuándo. Pero, en general, puedo decir que vine a este mundo con una cuenta corriente de paciencia bien llenita.
Hasta ahora con Plastilina esa cuenta me ha estado funcionando. Que la acababa de lavar, cambiar y vestir cuando se le ocurría hacer cosas en el pañal? Pues nada, con una sonrisa y un beso al cambiador. Que se despertaba por cuarta vez en menos de dos horas justo cuando yo empezaba a conciliar el sueño? No problem, le daba el pecho con amor o le daba arrumacos o lo que hiciera falta para que la pobre se volviera a dormir. Que sólo quería estar en mis brazos? Qué linda! Cuánto me quiere! Pues nada, se la agarra y con la mano libre se hacen malabares con el tenedor.
Y así iba, pagando y pagando de mi inagotable fuente de paciencia hasta que...sorpresa! la semana pasada, cuando echaba mano de esa cuenta...no encontré nada. Esto provocó un cruce de cables con el consiguiente cabreo con Plastilina.
Cuando los humos se apagaron me sentí fatal porque allí estaba yo aún echando chispas por la boca y allí estaba ella, sonriéndome, como si tal cosa. Como si no le hubiera acabado de pegar un buen grito. Y me sentí fatal.
Por mucho que mi cabeza me dijera que es normal, que todo tiene un límite, que no he sido la primera ni la última madre que se desquicia por "una tontería" no pude evitar sentirme como la peor de las peores.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Cuatro meses

Plastilina ya tiene cuatro meses y cada día sabe hacer más y más cosas. Entre sus logros se encuentra:
  • reirse cuando le haces cosquillas
  • sonreir por las mañanas cuando ve mi cara
  • agarrarse el pie cuando le cambian el pañal
  • levantar las dos piernas juntas y el tronco como si hiciera abdominales
  • mantiene la cabeza totalmente recta sin ayuda
  • puede agarrar objetos con las manos y le encanta llevárselos a la boca
  • desde hace una semana se muerde el dedo pulgar de la mano derecha
  • desde hace tres dias abre la boca cuando ve que le voy a poner la gota de la vitamina D
  • levanta la ceja izquierda cuando sonríe

martes, 23 de agosto de 2011

Durmiendo solita

He leido que los bebés no pueden dormirse solos y que, por eso, hay que ayudarles. Para ello hay un sinfín de consejos: que si no los agarres, que si no los muevas, que si no les hables, etc y , por supuesto, están los consiguientes "contraconsejos", es decir, lo contrario de los consejos anteriores. Con lo cual me he quedado casi igual que al principio: sin saber qué hacer.
Ante esto he pensado en probar varias cosas a ver cuáles funcionan. Unas han dados mejores resultados que otras pero todas ellas tenían el mismo resultado: Plastilina acababa dormida pero siempre con ayuda.
Y hoy...sin hacer nada en especial...ta chán! Se ha dormido ella mismita sin mi ayuda. Lo único que he hecho ha sido ponerla en la cuna (un poco inclinada para que le duelan menos los gases), darle cuerda a un muñeco que toca una nana y ...me he ido de su cuarto. Al ratito he pasado para ver qué hacía y esta dormidita. Y eso mismo ha pasado dos veces!! Será casualidad? Será que está cansada? O será que hoy he tenido suerte?

jueves, 18 de agosto de 2011

En busca de una báscula

En España a los bebés se les pesa en las farmacias. En cada una hay una báscula tanto para los más pequeños como para los grandes. Así que cuando quise saber cómo iba Plastilina de peso me dirigí a la farmacia más cercana, busqué la báscula y , al no encontrarla pregunté. Me dijeron que no tenían. Bueno, pues a probar en otra. Tampoco. En una tercera fue donde me informaron de adónde podía acudir: al centro de asesoramiento maternal.

Donde vivo hay bastantes y tienen muy buenos horarios pero, como es verano, muchos están cerrados o tienen horarios reducidos. Al final, después de buscar y buscar encontré uno abierto en agosto y allá que fuimos.

En dicho centro hay dos trabajadoras sociales y una doctora. La visita es gratuita y, además de hacerle una pequeña revisión a los bebés, te pueden aconsejar sobre cualquier problema/duda que tengas.

Y...por fin nos enteramos del peso y del ganador de la apuesta (si, habíamos hecho una para ver quién adivinaba el peso). Chico fue quien más se acercó porque dijo 3.600 gramos y Plastilina pesa ya 4.100!! Y ha crecido 3 centímetros. La verdad es que me dejó un poco impactada. Sé que está más grande pero nunca hubiera dicho que ha crecido tanto.

Ahora ya no tengo dudas de que mi leche la alimenta y de que no necesita nada más.

jueves, 4 de agosto de 2011

Consejos, traumas, síndromes y otras cosas.

Ahora entiendo más el dicho de " sólo sé que no sé nada" y estoy empezando a pensar que la ignorancia, después de todo, no es tan mala.
Cuando supe que esperaba un bebé comencé a leer sobre el embarazo, el parto, la lactancia, etc. No es que estuviera devorando cualquier artículo que pasara por mis manos pero sí que, ante alguna duda o curiosidad, recurrí a internet para aclarar dudas.
Además de eso hay que contar con los consejos que, las ya mamás, tan alegremente van regalando. Después vinieron los profesionales quienes, con sus títulos académicos y sus años de experiencia, añaden su gota al ya vaso rebosante de desconcierto.
Por qué desconcierto? Porque llega un punto en el que no sabes nada. O, mejor dicho, sabes tanto que no sabes qué hacer. Es como cuando vas a un restaurante y la carta es tan extensa que te cuesta decidirte.
Pues cuando tienes un bebé igual. Sólo que, en este caso, hay que añadirle las consecuencias nefastas que puede tener una falsa elección: traumas, complejos, desórdenes, dinfunciones, etc.
Por ejemplo: si le das chupete en las dos primeras semanas (aunque algunos dicen que antes de las cuatro) puede que el bebé luego tenga algo a lo que aquí se le llama "confusión chupatoria". Sí, suena muy divertido, pero consiste en la criatura no sepa luego coger el pecho y, por tanto, le cueste mamar.
Luego está el tema de la crema: no le pongas crema porque la piel debe aprender a regenerarse sóla. Muy bien, y si mi nena tiene el culete rojo? Qué hago? Espero a la autoregeneración?
Tampoco hay que olvidar los brazos. No los suyos no, los tuyos, es decir, los de la madre. Porque si coges al bebé muchas veces se puede acostumbrar pero, por otra parte, si no siente el contacto con su madre puede que luego sea un antisocial que duerme mal, come mal y llora mucho.
En fin, que la maternidad no ha hecho más que empezar (a penas hace doce días) y ya tengo una lista de pros y contras para casi todo con una presión añadida enorme porque...depende de la elección que se haga mi hija podría salir una psicópata, con dientes torcidos y poca sensibilidad corporal.

martes, 2 de agosto de 2011

Conociendo a Plastilina

Plastilina es muy tranquila. Duerme mucho, mama aún más y no suele llorar. Estos días son de adaptación y todos estamos intentando conocernos un poco más.
Por ahora sé de ella que:
  • no lo hace mucha gracia que la cambien. Suele llorar cuando le cambiamos el pañal o la ropa. Hacemos bromas diciendo que es porque es muy vergonzosa y no le gusta que la vean desnuda.
  • suele dormir con las manos a ambos lados de la cabeza, como si bailara ballet.
  • se duerme casi al momento cuando toma el pecho y tengo que estar espabilándola para que siga mamando.
  • no controla mucho eso de echar los gases y aunque la pongo en mi hombro y le doy palmadas pocas veces suelta un erupto.
  • tiene mucho hipo y no le gusta nada porque suele llorar cuando no se le quita al momento. Entonces la tomo en brazos y le doy un poco el pecho. Así se calma y se le quita antes.
  • a eso de las 6 o 7 de la tarde se pone un poco más penosa y es más difícil que se duerma.

Plastilina ya llegó!

El día 21 de julio Plastilina decidió que ya era hora de salir. Y lo decidió de pronto. Sin más. 
El día anterior, a eso de las tres de la mañana me desperté porque no podía dormir. Me senté en la cama y me puse a leer. En ese momento noté algo raro así que fui al baño y vi que había echado algo que yo indentifiqué como el tapón mucoso. Por más vueltas que le di no logré acordarme de cuándo se supone que empieza el parto una vez que has expulsado dicho tapón. Busqué en internet pero no logré dar con la respuesta y eso que la había leido hacía poco. Así que, me volví a acostar e intenté dormir.
Al dia siguiente mi madre, mi sobrina y yo estuvimos comiendo con unas amigas. Al final de la comida empecé a sentirme incómoda por estar sentada así que pensé en ir a casa a dormir un poco de siesta. En el camino, a pocos minutos de mi piso, rompí aguas. Fue de película. En menos de un segundo estaba totalmente mojada y aquello no paraba de gotear.
En cuanto llegué a casa llamé a mi Chico y le dije que me iba al hospital porque el parto estaba ya en camino. Me duché rápidamente, metí un par de cosas más en la bolsa del hospital y nos fuimos caminando para allá.
Decidí ir andando porque está muy cerca (unos quince minutos) y porque sabía que una vez que llegara allí me mandarían caminar.
Una vez en el hospital y ya realizado el ingreso me mandaron a una habitación donde una matrona me dio un camisón y me pidió que me cambiara. No sabía si me iba a quedar allí o si luego tendría que cambiarme de habitación para ir al paritorio.
La matrona me puso los monitores para controlar que todo estuviera bien con Plastilina. Después vino un médico que me tomó un par de datos (enfermedades, alergias, historial del embarazo, etc) y que volvió a irse.
En ese momento llegó mi Chico. El pobre había venido corriendo con la bici y llegó sudando. 
La matrona me inspeccionó y me dijo que tenía un centímetro de dilatación así que aún quedaba un buen rato. Una vez que me quitaron los monitores me recomendó que saliera a caminar y que la avisara en una hora para ver cómo iba la cosa. Ah, también nos informó de que aquella habitación tan mona era el paritorio. Bueno, con ese nombre yo me había imaginado algo más frío y aséptico y no una habitación con un banco, mesa, sillas, ordenador, lavabo, etc.
Hablé con mi madre y mi sobrina les dije que lo mejor que podían hacer era irse a casa ya que aquello iba para largo. En el curso de preparación nos habían dicho que primero debía tener contracciones cada diez minutos durante un par de horas y que, a partir de ahí, podía durar entre 15 y 25 horas. Y como yo no tenía contracciones ni molestias...me imaginaba que sería un parto lento. 
Ellas insistieron en quedarse así que dimos un par de paseos por el pasillo. Mi madre no me dejó bajar a la cafetería ni salir de la planta. Así que fui pasillo arriba y abajo durante un buen rato. 
A eso de las tres o quizás más tarde empecé a sentir algo que identifiqué como las famosas contracciones. Eran algo muy suave, como cuando se tienen gases, y venían de forma muy esporádica. Intentamos cronometrarlas pero no eran regulares y era difícil llevar una cuenta.
Una hora después la matrona volvió a ponerme los monitores y me confirmó que todo iba muy bien y que el bebé estaba perfectamente. Entonces llegó un médico y me puso antibióticos via intravenosa. Al parecer hay riesgo de infección cuando se ha roto aguas. 
Para entonces ya notaba como las contracciones eran un poco más fuertes y al conometrarlas vimos que venían cada dos minutos y medio y que duraban unos 40 segundos. Chico, móvil en mano, me iba avisando de cuándo llegarían. Era como una marcha atrás hacia el dolor que me asustaba y a la vez me ayudaba: podía ir preparándome para cuando llegaran.
Salí a hablar con mi madre y mi sobrina y les dije que tenían que irse a casa pues eran las 6 de la tarde, la sala había apagado las luces, y yo aún tenía un largo camino por delante. Pero las muy cabezotas dijeron que aún se quedaban un poco más. Yo intenté aguantar con ellas un rato pero estaba muy incómoda y empezaba a tener sueño así que me despedí y me fui a la habitación para tumbarme.
Casi al momento llegó la nueva matrona y me preguntó si quería irme a la bañera para dilatar.Y eso hicimos. La bañera es más un jakuzzi que otra cosa porque era enorme, redonda y con una escalerilla para entrar. La matrona había puesto música relajante y unos aceites aromáticos así que aquello parecía que iba a ser una sesión de spa.
Nada más lejos de la realidad...empezó todo muy bien, el agua caliente, la música, el olor...casi pensé que podría echarme una siesta pero no fue así porque las contracciones empezaron de verdad. Chico estaba sentado en una silla, con el portátil viendo la tele y a la vez con el móvil controlando las contracciones.
Estas eran cada vez más fuertes y cada vez se parecían menos a cualquier dolor que hubiera tenido hasta entonces. Lo bueno de estar en el agua, además de la temperatura agradable, es que puedes moverme con mucha más facilidad y encontrar la postura más cómoda cuando te viene el dolor. Y entre una contracción y otra tienes unos pocos segundos para relajarte y tomar fuerzas para la siguiente.
A estas alturas yo ya había empezado a gritar y me alegré de haber visitado el curso de preparación al parto porque puse en práctica algunas de las cosas que nos enseñaron. Lo que más me ayudó fue ir dejando salir el aire de una forma lenta a través de una "a" larga. Es decir, cuando venía la contracción yo gritaba " aaaaaa" concentrándome en dejar salir el aire lenta y constantemente en lugar de gritar de forma descontrolada.
Una hora después vino la matrona y me ayudó a salir del agua. Me sequé, me puse el camisón y la habitación a seguir dilantando. Los monitores dejaban ver que la niña estaba perfectamente y que las contracciones eran cada vez más intensas pero no tan regulares como hasta entonces.
En las siguientes horas la matrona fue de una ayuda incréible porque me animaba mucho, me decía que gritara con más fuerza, me trajo pastillas homeopáticas para el dolor y aceite para un masaje en la espalda y, sobre todo, me dio muchos consejos sobre formas de dilatar. Así que probé:
  • sentada en la bola de gimnasia, apoyándome en almohadones que Chico sujetaba y agarrándome a un paño colgado del techo cada vez que venía una contracción.
  • de pie, apoyándo la parte superior del cuerpo en la cama. Esta no me gustó mucho porque me cansaba las piernas y me daba mucho dolor de espalda.
  • de pie, agarrada a Chico, él sujetándome y yo dejándome caer cada vez. De esta forma hacía fuerza con los brazos y el estómago pero no con las piernas.
  • sentada a cuatro patas en la cama, con la cabeza hundida en la almohada (así mis gritos, ya ensordecedores, podían quedar un poco amortiguados)
Esta fue la postura de la fase casi final del parto. Ah, tengo que decir que a eso de las 10 ya tenía 7 centímetros de dilatación y que la matrona incluso me preguntó si había estado haciendo acupuntura porque el parto iba muy rápido. En esos momentos que te echen unas cuantas flores se agradece.
Y bueno, al final me dijo que me girara, que me sentara en la cama y que me agarrara al paño con cada dolor. Hasta entonces había estado muy segura de poder lograrlo pero en las últimas contracciones hubo un momento en el que pensé que aquello no acabaría nunca y que no sería capaz de traer al mundo a Plastilina.
Tengo que decir que en esta fase la matrona no era la única presente ya que, de pronto, habían aparecido dos mujeres más. Una, creo, era una practicante, y la otra una doctora. Se supone que los doctores sólo vienen cuando el parto no va del todo bien así que no sabía por qué, de pronto, ella estaba presente. La oí decir algo de ventosas o de usar un tipo de ayuda y eso me hizo sacar fuerzas para que Plastilina viniera al mundo de forma natural y sin problemas.
Y así fue. A las 00:33 vino. Y con su llegada, de pronto, se fueron todos los dolores y un alivio inmenso me llenó. La limpiaron rápidamente y al momento me la pusieron en el pecho. Su piel estaba caliente, arrugada y un poco pegajosa. Tenía una densa mata de pelo oscuro y toda ella era pequeñamente perfecta.
No recuerdo muy bien cuáles fueron las primeras palabras que le dije pero sé que mi voz fue suave, llena de alegría y de felicidad. Chico estaba a mi lado y dijo que era preciosa. Y los dos nos reímos.
Dicen que los recién nacidos tienen los cinco sentidos despiertos y activos y que pasará un tiempo hasta que vuelvan a tenerlos así. Que ven, oyen, huelen...que perciben cada detalle de lo que pasa a su alrededor. Y que hay un momento en el que te miran y es como si te reconocieran.
A mí me dio totalmente esa sensación porque ella hacía esfuerzos por mirar hacia arriba y de pronto nuestras miradas se encontraron y, de verdad, que sentí esa conexión entre las dos. Como dos personas que se conocen bien pero llevan tiempo sin verse y de pronto se reencuentran y basta con mirarse a los ojos para decirse miles de cosas.
Casi al momento empezó a buscar el pecho y Chico y yo nos reímos mucho viéndola buscar. Era como jugar a frío o caliente. Tardó poco en dar con lo que buscaba y una vez que lo encontró lo agarró con gana y se puso a mamar.

Mientras le daba de mamar notamos que su respiración sonaba un poco fuerte, como si le costara trabajo tomar aire, la enfermera se la llevó, con Chico pegado a ella, para limpiarle la nariz y al momento me la volvieron a traer.

Nos quedamos los tres allí, con luz ténue, oyendo como Plastilina mamaba. Fue un momento hermoso, lleno de alegría y ternura. Y es cierto lo que dicen, después de dar a luz no se tiene sueño sino que una se siente llena de energía, como si hubiera tomado una bebida energética. Lo que menos me apetecía era dormir y lo que más mirar cada detalle de Plastilina.

A eso de las tres de la mañana nos subieron a planta y Chico tuvo que irse a casa. Plastilina y yo nos quedamos juntas en la cama. Ella dormida y yo, con los ojos como platos, comprobaba cada dos por tres que ella respiraba. Así pasamos la primera noche.


domingo, 10 de julio de 2011

Cuenta atrás

Ya queda menos para la fecha y aún no estoy para nada nerviosa. Estas últimas semanas he estado tan liada con cosas ajenas al embarazo que casi no he tenido tiempo de ponerme a pensar en lo que se viene encima.
Y eso que la gente no deja de preguntarte si ya estás que no aguantas por verla, que si se te están haciendo muy pesados estos días, que si lo tienes ya todo preparado, que si tienes miedo al parto, etc.
Mis respuestas casi siempre son: sí claro; no; no; no sé.
A ver, maticemos. Tengo muchas ganas de verle la carita a Plastilina, de olerla, de mirar cada partecita de su cuerpo, de sentir su peso en mis brazos. Pero sé que ella está bien ahí dentro y que si aún no sale sus motivos tendrá. Así que no quiero meterle prisa. Ella sabe que la espero con ilusión y que cuando quiera conocerme en persona sólo tenemos que ponernos mano a la obra.
Algunos días, sobre todo cuando hace mucho calor, es un poco incómodo estar en este estado pero...también pienso que ya nunca más se repetirá este momento porque ella nunca más va a estar en mi vientre así que quiero disfrutarlo mientras dure. Además, con el embarazo tan bueno que estoy teniendo no puedo quejarme. Otra cosa sería que lo estuviera pasando mal pero, como no es el caso, me gusta estar como estoy.
La semana pasada nos pusimos las pilas y compramos las cosas más importantes que nos faltaban. Pero aún hay mucho por comprar y...no pasa nada! Yo soy muy tranquila en ese sentido y si cuando esta llegue necesito con mucha urgencia algo siempre se puede comprar. Qué no vivo en mitad del campo!! Además, no sé si la mitad de las cosas que la gente dice que tengo que comprar voy a utilizarlas así que mejor me espero y, llegado el momento, mando a mi Chico a la tienda y listo.
La última pregunta...miedo al parto...pues es algo en lo que siempre he pensado mucho antes de ni siquiera estar embarazada, antes incluso de tener pareja! Y ahora que lo estoy y que ya mismo lo voy a pasar...pues no sé, no le estoy dando muchas vueltas al asunto. Pero sé que cuando llegue me va a dar algo. Sí, porque puedo ser muy quejica, porque me puedo poner muy nerviosa, porque tengo mucha imaginación y puedo montarme películas de miedo con una gran facilidad. Por eso mismo estoy intentando evitar el tema. Como ya he dicho he tenido mucho en la cabeza en lo que pensar y eso ha hecho que el dar a luz siga guardado en un escondite del que, seguro, seguro, ya mismo saldrá.

jueves, 23 de junio de 2011

Curso de preparación II

Ayer tuvimos otra sesión de curso de preparto y el tema en sí fue: el parto. Explicó cuándo y cómo es el proceso de traer un bebé al mundo además de darnos un par de consejos sobre qué hacer cuando se está dando a luz.

Una de las cosas que más me impactó fue saber el tiempo que puede durar la tareita. Porque, según ella un parto comienza a contarse como tal cuando las contracciones se producen a intérvalos de 10 minutos durante un par de horas. A partir de ahí un parto puede durar entre 15 y 24 horas!! La cara que se nos puso a las futuras madres fue de foto.

Otra de las cosas que me parecieron interesantes fue saber que la bañera del hospital no es sólo para dar a luz sino que también se puede usar durante la dilatación y que una puede entrar y salir cuando le plazca. Otra cosa es que esté libre. Pero, en principio, si te apetece pasar un rato dilatando en el agua...pues lo pasas. 

También habló de que no hay que obligar al padre a estar presente en el parto. Yo al principio era de las que decía: "Tú, cariño, no te despegas de mi lado!". Pero después de oir los argumentos de la matrona pienso que en parte tiene razón: no tiene sentido obligarle a quedarse si no está a gusto. Así que, después del curso, le dije a mi pareja que si en algún momento del parto sentía que era demasiado para él se podía ir. Total, para tenerlo allí con cara larga y de mal humor mejor fuera. 

Esta matrona, que ya la he tenido en otra sesión, es muy...digamos mística. Pero ojo, que me gusta. De hecho cuando hablaba del momento de recibir al bebé yo estaba allí con los ojos empañados emocionada de imaginarme a Plastilina en mi pecho recién salida de mi vientre. El caso es que dice que tenemos que pensar qué le vamos a decir a nuestra hija cuando la veamos porque ese primer contacto tendrá un gran impacto en su vida. Mi chico es muy propenso a hacer bromitas así que le dije que se fuera ya quitando de la cabeza hacer alguna en cuanto viera a Plastilina. El sonrió porque sabe que lo primero que se le va a venir a la mente va a ser un comentario "chistoso". 
No sé, yo me lo creo en parte porque, aunque el bebé no entienda las palabras sí que puede percibir que es bienvenido y eso es lo que quiero que perciba Plastilina: que la recibimos con amor y alegría. Así que desde ayer estoy pensando qué frase le diré.

Lo último que me llamó la atención de la charla es que dijo que tenemos que dejar al bebé una hora en nuestro pecho. Pasado este tiempo la matrona se lo puede llevar para pesar, medir o lo que sea, pero es importante que la primera hora que pase la criatura en este mundo sea en el pecho de la madre. En caso de que esta no pueda, porque haya pasado una cesárea o porque le estén echando puntos o lo que sea, el padre será el que tenga que pedir que le den a su bebé y ponérselo en el pecho. 

Según ella, hay estudios que demuestran que los bebés que han pasado su primera hora sin separarse de su madre lloran menos durante el primer año y duermen más. Así que, esto me lo anoto! 


La próxima semana es la última sesión y el tema será postparto y lactancia. A ver qué cuenta!

miércoles, 22 de junio de 2011

Ultima revisión

El lunes tuve la última revisión con el ginecólogo y todo va muy bien. Me dijo que ya no es posible hacerle fotos porque no salen pero, como sólo me quedan 5 semanas, creo que podré aguantarme un poquito más. Ya no tengo que ir hasta 8 semanas después del parto lo cual sería como a finales de septiembre. Un "timing" perfecto porque por esas fechas es cuando espero volver de ver a la familia.

En cuanto a los preparativos...no hemos avanzado mucho la verdad. Estuvimos mirando carritos con bastante interés y parece que hay un candidato a ganador. La pregunta es si comprarlo en la tienda o pedirlo por internet. Esta última opción es más barata pero tiene la desventaja de si algo se rompe hay que estar enviando el carro. Mientras que si lo compramos en la tienda es mucho más cómodo hacer una reclamación, devolución o lo que sea.

He mirado mucho en internet para saber la opinión de las madres sobre distintos modelos y es casi imposible decidir cuáles son mejores porque cada uno tiene ventajas e incovenientes y a cada uno le viene mejor una u otra cosa. En principio para mí es importante que no sea muy grande (mi ascensor es minúsculo), que se pliegue bien (porque viajo bastante) y que no pese mucho (en la entrada del edificio hay escaleras). Bueno y que el diseño me guste, claro.

Creo que esta semana, sin falta, iremos a por él aunque a mi madre...eso de comprar cosas antes de que el bebé nazca no le hace nada de gracia. Me dijo que lo que tenía que hacer era encargarlo y que me lo reserven hasta que nazca. Es bastante supersticiosa en ese sentido. Pero claro, qué espera? Que en cuanto salga del hospital me vaya de tiendas? Eso sí, ella ya se ha agenciado patucos, rebecas, pijamas, sábanas...me imagino que su regla sólo sirve para la futura mamá y no para la futura abuela.

viernes, 17 de junio de 2011

Curso de preparación

Decidí apuntarme a un curso de preparación al parto para informarme un poco de cómo se hacen las cosas por aquí. He oído miles de historias de qué pasa, qué duele, qué te hacen, cuántas horas, etc. y no sabía si tenía ganas de escuchar más terrores pero...al final me animé.
El curso consta de 8 sesiones: cuatro sólo mujeres y cuatro con las parejas. 
Las cuatro primeras veces vino una fisioterapeuta para explicarnos qué pasa dentro de nuestro cuerpo cuando el bebé decide salir. También nos enseñó técnicas de respiración, posturas de  dilatación y nos contó 20.000 historias de sus amigas, sus hermanas, sus clientas y ella misma.
Algunas cosas fueron muy interesantes, como que no hay que ponerse a resoplar a mil por segundo tal y como se ven siempre en las películas cuando una embarazada quiere empujar. O, a qué ayuda podemos recurrir: bola de gimnasia, bañera, cojines, tela colgada del techo...
Yo creo que se podía haber resumido todo en dos sesiones pero, como a la chica le gustaba hablar, pues de ahí salen las cuatro citas. 
En la quinta cambiamos de instructora y esta me gustó mucho más. Nos habló de la psicología prenatal e hicimos una puesta en común de cómo habíamos llegado nosotras a este mundo. En mi caso poco pude contar porque mi madre o bien no se acuerda de cómo fue su embarazo de mí o bien se confunde con el de mis hermanas. 
Me pareció muy interesante cuando se comentó que la forma de venir al mundo indica un poco cómo será la persona en el futuro. Es decir, que un bebé que rápidamente sale sin más complicaciones será una persona decidida que no se piense mucho las cosas. En cambio, hay bebés que primero quieren salir pero después...ay! después se lo piensan y como que mejor se quedan un rato más. Estos serán los indecisos o los que monten un teatro ante cualquier situación. 
Así que espero recordar bien el parto de Plastilina para luego ver si su personalidad ya se dejaba ver en el momento de venir.
La sexta cita, que fue esta semana, estaba dedicada a la familia. De ahí me quedo con varias cosillas pero, la más importante, es que hay que cuidar de la pareja. Eso es algo que siempre he tenido presente: no quiero convertirme sólo en mamá y dejar mi otros roles (mujer, pareja, amiga, etc). Sé que no va a ser fácil pero ya me he puesto en ello y cuando quedo con amigas intento no ser la típica que no habla de otra cosa que de embarazos y bebés. Con mi pareja igual, le cuento cosas que he leído sobre el tema, o cómo me siento pero sin llegar a ser monotemática. Por ahora está siendo fácil, a ver cuando llegue la criatura!
La poxima semana hablaremos sobre el parto, la lactancia y no sé qué más. A ver qué tal!

viernes, 27 de mayo de 2011

Qué será?

Una de las primeras cosas que la gente te pregunta (y que yo misma hago) es por el sexo del bebé. Cuando les dices que aún no lo sabes entonces sacan su lista de "si...es una niña y si...es un niño". Me han dicho cosas como que: si tienes manchas es una niña, si quieres comer carne es un niño, si la barriga es alta es niña, si estás más guapa es niño, etc.

Tengo muchas amigas de otros países y es curioso oir cómo el listado varía según la cultura. Si son de centroeuropa apoyan la teoría de que las niñas "te roban la belleza" pero si por el contrario son de países árabes es el niño el que hace que te afees.

En el caso de Plastilina casi todo el mundo ha apostado porque iba a ser una nena y la mayoría se han apoyado en el hecho de que en mi casa las féminas ganan por goleada a los varones. He estado leyendo un poco sobre el tema para saber si es genético, hereditario o lo que sea la propensión a tener un bebé de uno u otro sexo y no he encontrado nada al respecto. Así que sigo pensando que es una cosa del hazar.

Otra de las preguntas típicas era: y tú qué crees que va a ser? Yo no tenía ninguna, pero ninguna corazonada al respecto y hasta casi que me sentía mal por no tener un indicio de despertar del instito maternal que te dijera lo que llevaba dentro. Con mi pareja pasó al contrario, él estaba muy convencido de que iba a ser una chica y me daba hasta más rabia pensar que él tenía una intuición y yo no.

La verdad es que me daba igual tener un niño o una niña porque, esa es otra cosa, a la gente le encanta preguntar qué prefieres. Tal vez con el segundo tenga alguna prioridad pero con el primero...me daba igual.

Creo que las dos cosas tienen su lado bueno: como en mi casa hay más chicas pues una más se sentirá más respaldada aunque un chico puede recibir más atención, dicen que las niñas son más responsables pero los niños más graciosos, algunas mamás dicen que es más divertido elegir la ropa de una niña que de un niño, etc.
Además, como no había nada que yo pudiera hacer (por más que quisiera el sexo ya estaba más que establecido) pues estaba contenta con las dos opciones.

Así que, entre que todo el mundo me preguntaba, que yo no tenía ni idea, que mi chico estaba tan seguro y que la curiosidad me corría fui a la visita de la semana 18 rezando para que se viera algo. Y se vio, bien rápido y bien clarito. Tengo hasta una ecografía con un círculo en boli alrededor de la zona delatadora. Al oir la noticia me alegré muchísimo, ya podía ir poniéndole una carita al bebé y hablarle usando "-a" al final de los adjetivos e ir pensando en un nombre...en fin, que salí con una sonrisa enorme y unas ganas locas de contárselo y todos.

Y eso fue lo que hice: tomé el teléfono y me puse a llamar a todos los miembros de mi familia y después a mis amigos, y después a conocidos y así hasta que más de una hora después y con el teléfono ardiendo en mi mano vi a mi chico. Tengo que decir que lo había llamado nada más salir de la consulta, él fue al primero al que se lo quería decir, pero me dijo que prefería esperar a oirlo en directo. Y claro...también se alegró mucho pero...la alegría desapareció un poco cuando se me escapó un comentario que había hecho mi madre sobre que iba a ser niña. "...ah, es que se lo has dicho a tu madre antes que a mí?" Upssss...patón de los gordos!!! Menos mal que mi cabeza funciona a la velocidad del rayo cuando se trata de buscar excusas (y mentiras). "Cariño es que ella me llamó para saber qué me había dicho el médico y no pude contenerme.Pero es la única que lo sabe" (Por Dios, espero que él nunca lea este blog!)

Me costó un poquito pero, al final, se quedó convencido y la cosa no paso a mayores. Y aprendí la lección! Desde entonces he tenido mucho cuidado de aguantarme las ganas y esperarme para darle a él primero las noticias relevantes a la llegada de Plastilina.

martes, 24 de mayo de 2011

Síntomas

La verdad es que Plastilina está ganando muchos puntos. No sé si será un poco como la tormenta antes de la calma pero, hasta ahora, no puedo quejarme de ella.
Siempre había oído historias para no dormir acerca de los síntomas del embarazado: náuseas, vómitos, mareos, malestar, antojos, olores que no se soportan, etc. Por supuesto a las mamás les encanta contar las cosas malas más que las buenas (en el tema embarazo) así que casi todo lo que había llegado a mis oídos habían sido calamidades.

Pero, cual fue mi sorpresa al ver que las semanas iban pasando y que a mí no me ocurría nada de lo mencionado. Durante un tiempo pensé: chica, no te alegres mucho que, cuando menos te lo esperas, viene todo junto y te vas a enterar. Y no ha sido así. A día de hoy puedo decir que sólo tres veces he tenido que ir al baño por problemas de estómago y las tres veces han estado justificadas. Es decir, que creo que estando o no embarazada los chipirones en su tinta que me comí no habrían sido del agrado de mi estómago y esa combinación helado, gaseosa, calor, caminata también me hubiera afectado en cualquier estado.

Claro que no todo ha sido perfecto: durante unos días estuve muy cansada, sentía la barriga tan tirante que parecía que iba a estallar, alguna que otra punzada en la espalda al vestirme, etc. Pero no son cosas que me hayan fastidiado enormemente y cuando me preguntan qué tal estoy ni las menciono. Además que pienso que la gente no quiere oir una retahíla de síntomas.

En resumen puedo decir que, si todos mis embarazos van a ser así, no me importaría tener unos cuantos más. 

jueves, 19 de mayo de 2011

Un día en un tren

Siempre he querido tener hijos pero hasta hace poco había otros planes más interesantes: terminar la carrera, conocer mundo, vivir la juventud sin ataduras, etc. Pero poco a poco el instinto maternal fue ganando terreno y llegó un punto en el que, cada vez que veía a un bebé, se me iban los ojos detrás y no dejaba de imaginarme cómo sería tener el mío propio.
Mi pareja, mucho más práctico que yo y sin las hormonas maternales revoloteándole, decía que aún no era hora, que todavía teníamos planes que llevar a cabo. Planes que no incluían un bebé.Al principio intenté convencerle pero llegó un momento en el que me cansé y en el que pensé que prefería que él llegara a la misma idea que yo sin tener que presionarle. Si íbamos a tener una criatura quería que ambos la deseáramos por igual.
Así que ese fue mi plan, dejarle tranquilo y esperar. Un día, en el tren, había una mujer con su hijo sentados cerca de nosotros. De pronto, mi pareja me miró y me dijo: "Si quieres ya podemos tener un bebé". Así de sencillo! Sin preparaciones, sin discurso romántico, sin acompañarlo de un beso apasionado. Nada. Pero esa simple frase, caída por sorpresa, fue la más bonita que había escuchado en mucho tiempo.
Fue de esta forma como empezó la espera de la que hoy es Plastilina. Que, por cierto, no se hizo de rogar. Yo creo que ella también estaba deseosa de llegar a nuestras vidas y, por eso, un mes después de ese viaje en tren
dijo: "Atención, que voy en camino". 

martes, 17 de mayo de 2011

Primero nos presentamos

Hola a tod@s!

Soy la mamá de Plastilina, un bebé de 30 semanas que ahora mismo está pataleando dentro de mi barriga. Este nombre, por supuesto, no es el real pero como aún no ha nacido la llamaremos así.
Desde el primer día que supe que crecía dentro de mí me propuse documentar todo. Más por ella que por mí, para que cuando fuera mayor pudiera saber cómo fue creciendo, qué cosas pasaron mientras tanto, cómo vino al mundo, etc. Cosas que mi madre no ha podido contarme a mí porque, sencillamente, no se acuerda.
Pero, como podéis adivinar, las semanas han ido pasando y yo, lo único que he hecho, ha sido ir guardando las ecografías para ponerlas en un álbum que sigue igual que cuando lo compré: envuelto en plástico.
Hoy me he levantado y me he dicho a mí misma que ya es hora de empezar con este proyecto, que los recuerdos se me están acumulando y que, cuando me dé cuenta, se me habrán olvidado o distorsionado.
Así que, aquí estoy, escribiendo un blog más sobre una mamá y su bebé.