domingo, 30 de diciembre de 2012

Prueba superada que no aprobada

Prueba superada sí, pero no hay por qué repetirla. Por mí diría : "una y no más Santo Tomás" y así quedaría como una anécdota más que contar, algo hasta gracioso.

Empecemos por el principio. Ese día teníamos pensado llegar a la hora de comer a casa de mi suegra, o sea, a eso de las 12. Pero entre que liamos los regalos y terminamos la maleta tardamos un poco más y nos dieron la una.

Cuando llegamos me llevé una sorpresa y es que no había nada para comer. No es que hubieran quitado la mesa y guardado la comida porque no llegábamos, no. Simplemente no habían pensado que tendríamos ganas de comer, que llegamos al mediodía con una nena y que tal vez ésta quiera tomar algo.

Mi suegra, creo recordar, desapareció de escena sin soltar ni un : queréis una cosilla? os pongo un picoteo? un vasito de agua? Nada. Chico, que también estaba como yo en ayunas investigó en la cocina y encontró hecha una crema de ajo de esa que viene en un paquetito. Vale, mira, yo también las hago de vez en cuando.
La calentó y puso dos platos en la mesa. Ah, hem? Es qué a él también se le olvidó que vamos con un niña pequeña? Pues parece que sí. Bueno, un día es un día, no pasa nada, le daremos esto a Plastilina. Pero ella, que sabe lo que es bueno, ni se acercó a olerla y cuando yo la probé supe por qué.

Chico se comió su plato y el mío y yo me comí un bollo de pan. Hagamos dieta que en Navidad se ganas kilitos! Ah, se olvidaba la mayonesa. Sí, es que mi suegra había hecho una mayones para la cena consistente en salchicha y pepinillos. Algo que tampoco probé porque no me entró por los ojos. Menos mal porque...esto es algo que viene más adelante.

Después de la comida nos pusimos a limpiar. Sí, a limpiar: quitamos el polvo, barrimos el suelo, pasamos la aspiradora, sacudimos las alfombras...Y lo mismo en la habitación donde se supone que íbamos a dormir añadiéndole cambio de sábanas.

Después de toda esta labor de "vamos a poner la casa en condiciones" nos pusimos a adornar el árbol. La tradición es colocarlo el mismo día de navidad. Algunos padres engañan a sus hijos enviándoles fuera para que, cuando regresen, vea el abeto ya decorado y crean que ha sido el niño Jesús. Sí, sí, el niño Jesús que el pobre acaba de nacer y ya le están dando trabajo (por cierto no el único porque los regalos también los trae él).

Esa parte, tengo que admitir, me gustó bastante porque en mi casa no hemos sido mucho de arbolitos. De hecho no recuerdo haber decorado muchos. Sí sé que en una ocasión se trataba de un olivo que trajo mi padre y otra vez del naranjo que tenemos en el patio. Lo más que le pusimos fueron tres bombillas y un par de espumillones. Total, que mi lado infantil salió a relucir y me lo pasé como una enanan colgando bolitas, velitas, bengalas, chocolatinas...

A estas horas, cerca de las 4 de la tarde, yo pensaba que tomaríamos una merienda o, por lo menos un café. Pues no. Mi suegra creo que algo comió en la cocina. No sé, el hambre me afectaba ya a la percepción sensorial.

Y, siguiendo con otra de las tradiciones austriacas, nos fuimos a misa especial para los niños. Hubo canciones, teatrillo, lecturas de textos, una pequeña charla del cura...algo que habría disfrutado más si no fuera por los bostezos que tenía que contener a cada rato. Bueno, pero sí, no estuvo mal.

Antes de cenar, algo que creía ya que nunca iba a ocurrir, fuimos a casa de mi cuñado que vive enfrente, a unos 50 metros. Cómo él y su mujer no iban a cenar con nosotros (razones familiares) fuimos a llevarles el regalo y a felicitarles las fiestas. Allí me tomé dos copas de cava que, en mi estómago vacío y tras casi dos años de abstinencia, me sentaron como 5 cubatas bien cargados.

A eso ya de las ocho marchamos a casa. Encendimos las luces del árbol, las velas y las vengalas, leímos algunas poesías navideñas, cantamos villancicos y abrimos los regalos. Y, por fin, la cena!! La cena que consistió en salchichas, col, pan y galletas de postre.

A ver, que yo no digo que gastarse una fortuna en una cena porque sí esté bien pero...es una noche al año, una noche algo especial...no podrían hacer algo más...más...simplemente más? Es que aquello me pareció muy poco. Que salchichas es algo que comen todos los días! Es como cenar en Nochebuena tortilla de patatas! De patatas gourmet, con huecos ecológicos, hecha en fuego de leña...como tú quieras. Pero una tortilla al fin y al cabo! Pues esto era igual, salchichas hechas en una plancha con col fermentada. Y las galletas...pues las típicas de navidad. Muy ricas pero las llevo comiendo desde diciembre. Es decir, las tengo ya vistas.

Por lo menos yo me pude comer dos porque lo que es Chico se la pasó vomitando y no probó bocado. Se ve que la mayonesa esa con pepinillos no estaba muy en condiciones y le sentó fatal. Pero mi suegra también la comió? Ella es que tiene el estómago a fuerza de bombas.

Y después ni una copita, ni un cubata, ni siquiera un té. Resumiendo: a las diez y media estaba en la cama. Menos mal pero menos mal que yo iba con el cuerpo ya muy mentalizado a que aquella noche había que tomarla como algo menos sentimental. Porque si no...hubiera echado muchas lágrimas. Ah, y tambien menos mal que no tenía conexión a internet porque si en ese momento llego a ver las 1.000 fotos que mandaron mi familia con sus mesas bien puestas, sus asados, sus gambitas, sus flanes, sus brindis...entonces del llanto habría apagado todas las velas del árbol.

Me parece que este apaño de un año aquí otro allí vamos a tener que discutirlo más porque no sé si me apetece vivir una Nochebuena así otra vez. Y si no hay manera de convencer a Chico de lo contrario juro que: o me traigo a media familia o hago la cena en mi casa y pongo caldito, pavo y flan. Y entonces sí aceptaré sus galletas de postre!



sábado, 22 de diciembre de 2012

Donde fueres...celebreres

Esta Navidad va a ser de estrenos: la primera que paso fuera de casa, la primera que celebro en Austria, la primera con nieve, la primera sin turrones, la primera con regalos en Nochebuena...
Antes de que Plastilina llegara Chico y yo pasábamos las navidades separados: cada uno en su casa, cada uno en su país. El arreglo era perfecto porque así podías pasar tiempo con nuestras familias y descansar el uno del otro. La gente veía raro eso de no querer estar con su pareja en días tan especiales como estos pero, como siempre lo habíamos hecho así, no se me hacía raro tomar las uvas sin él.
Pero claro, eso era cuando éramos una pareja. Ahora somos una familia: papá, mamá y la niña.  Luego tenemos que estar juntos.

Qué hacemos entonces? Pues lo mismo que hacen mis hermanos casados: un año con una familia, un año con la otra. La vez pasada estuvimos en España así que ésta nos toca aquí.

Este arreglo me provoca sentimientos encontrados ya que, por una parte, siento curiosidad por ver cómo se celebra y, por otra, quiero sentirme indiferente para no llevarme una decepción. Y es que ya me ha pasado que me he montado mi película y luego ha sido un desastre. El día de la madre, el del padre, los cumples familiares...incluso un entierro.Decepción tras decepción y, sobre todo, nostalgia por mi familia.

Esta vez me propuse tomármelo a la ligera, como una cena más, sin grandes expectativas. Pero una, que es muy fantasiosa, cayó en el error de empezar a interesarse. Y empecé a preguntar: "qué cenáis? quién cocina? quién viene? qué regalamos?" Y las respuestas: "salchichas (creo); hum...mi madre (no?); pues creo que mi hermano no y mi hermana sí o más tarde (blá,blá, blá); que ya no hacemos regalos". Muy alentador.

Luego pasé a otra estrategia: dar mi toque español/navideño a ver si la cosa puede mejorar. Y así dije cosas como: "qué te parece si hago un postre?", " compramos una botellita de licor para después?", "le compramos algo a tu madre?". Y, de nuevo, el chasco: "sí, quieres (con todo este de...sí, lo que tú digas)", " pero si tenemos mucho alcochol en casa!", " pero que te he dicho que ya le he comprado dos bombillas!".  Juro que esto último es verdad: el regalo de Chico a su madre son dos bombillas de bajo consumo. Sin comentarios!.

Total, que me harté y le dije: "sabes qué, allá donde fueres haz lo que vieres". Chico, que ya sabe mucho del refranero español me contestó: "pues eso".


martes, 18 de diciembre de 2012

La lotería de la comida

Por qué será que los niños pequeños un día se vuelven locos por una comida y al día siguiente no la pueden ni ver? A Plastilina le ha encantado siempre el tomate frito y si se lo pones con atún y espaguetis entonces...la más feliz del mundo. Hasta ahora, porque lleva dos semanas en las que no hay manera de que se lo coma. Que nada. Que no. Que no lo quiere. En cambio los guisantes...cómo se los comió ayer! Y hoy! (sí, hoy también se los he puesto para comprobar que no lo había soñado).

Leí por alguna parte que hay que darles a probar un alimento entre 10 y 12 veces antes de poder descartarlo totalmente de la lista de "me gusta". Pero claro, es una locura a la hora de cocinar! En el menú hay que incluir: lo que seguro que se come, lo que puede que se coma y lo que queremos que se coma.
Es decir:
  • pasta que nunca falla
  • guisantes que ayer colaron
  • huevo, un alimento muy importante en la dieta

Y ahora esto lo combinamos...cómo? Con salsa? Sin nada? Juntos en plan camuflaje? Separados para que los pueda tirar si no los quiere?
Cuando le pones el plato en su trona es como quien juega a la lotería: esperas ganar pero puede ser que no te toque ni el reintegro. Aunque, visto en esta situación, el reintegro sería la comida de vuelta, no? 

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Adios a una etapa

Llevamos ya dos días sin darle el pecho a Plastilina así que parece que el destete ya mismo va a ser oficial. Como ya me insinuaban algunas madres me iba a dar pena dejarlo y...es cierto.

Sé que lo voy a echar de menos porque esos momentos de estar las dos tranquilas, en el sofá, mirándonos a los ojos, con su manita en mi pecho...son impagables. Me han servido para mirarla y remirarla y así conocer cada detalle de su cuerpecito. He podido tener la excusa perfecta para descansar y desconectar de todo por un tiempo. Ha sido la forma más fácil y natural de calmarla. La más tranquila de dormirla.

Por qué lo dejo entonces si tanto me gusta? Porque ya son 16 meses dándole el pecho. Porque cuando estamos en la calle me resulta engorroso tener a una nena metiendo la mano por la camiseta. Porque ya tengo ganas de ponerme alguno de mis vestidos. Porque la espalda me duele, sobre todo cuando estoy sentada en la cama. Porque las noches cada vez se me hacen más pesadas de tantos despertares que tiene. Porque quiero dejarlo antes de que empiece a tomarle manía el dárselo.

En estas últimas semanas, cuando ya había comenzado el destete, me imaginaba cómo sería la última toma. Quería que fuera algo especial, como una despedida para recordar.

Cada noche, ya enfadada porque no había forma de que Plastilina se durmiera sin estar mamando, me decía: "vale, esta ha sido la última vez!" Pero, entre una cosa y la otra, volvía y volvía. Sobre todo para no dejarlo de mala forma.

Al final no ha sido ni tan dulce como había planeado ni tan abrupto como me estaba terminando de temer.

La última vez que ha mamado, oficialmente, fue al mediodía. Y fue una toma tranquila y agradable. Pero esa misma noche ya me puso otra vez de los nervios y empecé a dárselo. A los pocos segundos me dije que esa no era forma y paré.
Total, que cuenta como media toma.

En estos días ha intentado muy pocas veces buscarme el pecho y la hemos dormido entre Chico y yo siempre en la mochila. Porque claro, ahora se plantea el problema de cómo dormirla. Creo que seguiremos con la mochila un par de noches más y luego intentaré simplemente con los brazos.

Durante la noche tampoco hemos tenido mucho problema ya que, en los despertares que ha tenido, he conseguido que se volviera a dormir a base de abrazarla, tenerla cerquita o dejando que me pellizcara el pecho. Sí, parece que esa es la nueva forma de calmarse!

En fin, que estoy un poco nostálgica. Contenta, por una parte, y tristona por otra. Y, sobre todo, espectante por ver qué va a pasar de nuevo!

martes, 11 de diciembre de 2012

La fase de las rabietas llegó

Siempre se dice que cada bebé es un mundo. Que cada uno avanza y su ritmo. Que no tiene sentido esa manía que tienen las madres de comparar: el mío ya tiene dos, pues la mía come con tres, pues el mío ayer encontró cuatro!
Luego, un día, tu criatura cumple 16 meses y lees en un manual de desarrollo evolutivo que, en esta edad, es cuando hace esto y lo otro. Y ves que sí. Que efectivamente las rabietas que le dan ahora son producto de su ingreso en el décimosexto mes.
Y qué alivio! Qué bien sienta ver que, al final, tu Plastilina no es ni más lista, ni más rápida, ni más tonta tampoco que los demás. Y que si ahora se dedica a tirar las cosas al suelo en arranques violentos no es que haya heredado tu carácter sino que está en " esas fases de la vida ".
He léido, porque tenía que leer sobre eso, qué se hace en estos casos. Según el artículo (no lo cito porque no sé muy bien de dónde lo saqué) hay que ignorar estos episodios de enfado. No hay ni que premiarlos ni que castigarlos.
Fácil suena pero...a ver. No se supone que toda acción tiene una reacción? Si Plastilina empieza a tirar los lápices al suelo porque no he querido darle unas llaves...no hago nada? Está claro que si le he dicho que no le doy las llaves no puedo cambiar mi opinión o pensará que las rabietas son un arma perfecta para conseguir objetivos.
Pero si la ignoro...algo que no está bien no debe ignorado. No? No debería echarle una reprimenda? Castigarla? Hablar con ella? Algo?
Creo que voy a seguir buscando a ver si encuentro respuestas.

domingo, 28 de octubre de 2012

Dimitiendo de enfermera

En las últimas tres semanas hemos caído los tres enfermos. Sí, uno por semana. Primero fue Plastilina. Un jueves empezó con moquera y acabó con tos. A los pocos días caí yo. Lo mismo que ella pero con mal cuerpo, fiebre y dolor de cabeza. El domingo pasado fue Chico: laringitis.
A las dos nos ha durado la enfermedad...a ver..unos cuatro días. A Chico...pues siete días. Nosotras hemos seguido con nuestra vida normal: hemos jugado, salido a comprar, cocinado (yo, Plastilina sólo mira), etc. El...pues ha estado de baja y los tres últimos días se los ha pasado de la cama al sofá, del periódico al ordenador, del libro a la tele. Ah, y con la puerta cerrada para que no le molestemos.
En condiciones normales le habría cuidado con todo el amor del mundo. Le habría preguntado mil veces si esta mejor, si le hago un té, si necesita algo, si quiere un basito de leche, etc. Pero, esta vez no. Esta vez me he dicho que el papel de enfermera es uno que ya no me apetece hacer. Por lo menos no para él.

domingo, 7 de octubre de 2012

La hora de irse a la cama

La hora de llevar a Plastilina a la cama me da y me quita el sueño:
- me lo da porque al estar en el cuarto, con la luz apagada, con ella mamando y yo echa polvo de todo el dia lo que más quiero es quedarme metidita en la cama y no salir hasta la mañana siguiente.
- me lo quita porque no dejo de darle vueltas a cómo hacer que se duerma sola, que se despierte menos por la noche y que consiga volver a dormirse sin mi teta en su boca.

He buscado información, he preguntado a otras madres, me he decantado por un método para abandonarlo al momento por ser poco factible...en fin, que Plastilina tiene ya 14 meses y sigue durmiéndose en mi brazos, mamando y despertándose como 3,4,5 veces por la noche.

Algunas madres dicen que debes dejar el pecho cuando sientas que ya no estás cómoda o que no tienes energía. Yo estoy alcanzando ese punto porque, aunque disfruto de los momentos en los que tengo a Plastilina pegadita a mi, sonriéndome con sus ojos, hay otros muchos más en los que gritaría de hartura.

Cada vez llevo un poco peor no poder ponerme vestido porque no sé cuándo va a pedirme pecho, no poder dejarla sola mucho tiempo porque no sé cuándo querrá mamar, estar en la habitación a oscuras minutos y minutos intentando que se duerma mientras mis ojos están más cerrados que abiertos y mi espalda pide descansar.

Son todos motivos egoistas? Bueno, puede. También pienso que ella es muy dependiente de mi. Si se hace daño, si está cansada, si está aburrida, si tiene sed...para todo eso no hay más solución que mamá. Y cuando mamá no está para...pues a veces encuentra una alternativa y a veces, como casi siempre, se lleva un mal rato.

Total, que ya estamos en un momento en el que quiero cortar con esta unión. Necesito descansar más, necesito saber que ella va ganando en autonomía, necesito no ser la única persona que puede dormirla.

Hace un par de días compré el libro de Elisabeth Pantley "Dormir sin lágrimas". Me lo lei en dos siestas de Plastilina y ya estamos poniendo en práctica sus consejos. Todo lo que recomienda son cosas que suenan bastante lógicas y que implican que todo el proceso sea algo suave y sin lágrimas para el bebé. Hoy hemos empezado a llevarlo a cabo y me siento muy esperanzada. Creo que va a funcionar y que, con un poco de paciencia, pronto estaremos durmiendo las dos como bebés.

martes, 28 de febrero de 2012

La hora de la comida

Plastilina lleva un mes descubriendo la comida y está encantada! No sólo ella sino, sobre todo, yo. Qué alivio ver cómo está interesada en lo que la cuchara le lleva, cómo abre la boquita sin hacer ascos a nada y cómo hace "hummm" con cada bocado. Así da gusto!
Me encanta pensar qué recetas le puedo hacer, qué nuevos alimentos puedo darle a probar y qué cosas serán sus favoritas. La hora de la comida es un momento placentero, relajado y divertido. Espero que siga así.
También es un poco quebradero de cabeza porque hay tantas versiones de lo que darle, cuando y como que una se las ve moradas para elegir. El instinto maternal no descansa porque cada dos por tres lo llamo para que me aconseje.
Al final, entre los dos, tomamos de aquí y de allá y esperamos (a veces rezamos) para que estemos haciendo lo correcto.Y eso, hasta ahora ha sido algo así:
- Introducción de alimentos más suaves como zanahoria, calabaza y patata pero no a uno por semana.
- Al principio una comida al día. Después...dependiendo del día y del tiempo. Es decir, a veces ha hecho dos comidas y a veces tres. Unas veces ha tenido desayuno y cena, otras comida y cena.
- Papillas sencillas. No sé porqué hay que hacer papillas con 5 verduras, 2 cereales, fruta y algo de carne. Todo a la vez? Para qué? Prefiero que coma papilla de zanahoria con sólo zanahoria para que así sepa cómo sabe esa verdura.
- Postre después de cada comida. Así, tras la papilla de zanahoria le he dado un poquito de plátano o de manzana.
- Papillas hechas en casa pero también compradas. La mayor parte de las veces le he hecho yo la comida intentado coordinarla con la mía para no tener que cocinar dos veces. Pero, siguiendo el consejo de algunas mamás, también le he dado potitos ya hechos cuando no me ha dado tiempo a hacerlo yo y para saber cuáles les gusta. Así, si algún día me pilla en la calle y no puedo venir a casa sé qué le gusta, se lo puedo comprar y dárselo sin problema.
- Nada de forzar. Si veo que ya no tiene más ganas fuera. Aunque tenga que tirar el resto no quiero obligarla. También tengo que decir que le aparto poquito y, si tiene hambre, le voy dando añadiendo. Tampoco quiero ir tirando comida así porque sí.
- Triturado sí pero no totalmente pasado. Tengo experiencia en niños delicados a la hora de comer que no quieren ni un trocito en su papilla, ni un grumo, ni una miguita que asome de otro color...espero que Plastilina no sea así por eso le doy las cosas en forma de papilla pero ni las trituro 100% ni las paso por el chino. Es más, a veces si siquiera le doy papilla sino zanahoria hervida en trocitos o una patata un poco aplastada. Es más rápido, ensucio menos (luego menos que lavar) y lo que sobre lo puedo usar para otra cosa. Por ahora nos está funcionando maravillosamente y a ella creo que hasta le gusta masticar.

Este ha sido nuestro comienzo (un poco improvisado) con la alimentación complementaria. Un comienzo de un camino muy prometedor.